Todos nos hemos hecho un autorretrato y todos
hemos criticado a un amigo por publicarlo en su Facebook.
Este fenómeno se ha
hecho tan omnipresente que, hace un mes, la versión en Internet del Diccionario
Oxford de Inglés recogió la palabra selfie: “Una fotografía que se ha tomado de
uno mismo, por lo general se la toma con un teléfono inteligente o cámara web,
y es subida a un sitio web de redes sociales”.
En la red social
Instagram aparecen más de dos millones de imágenes identificadas como ‘yo’; 47
millones como ‘ selfie’; y 133 millones con la leyenda ‘ me’ (‘yo’, en inglés).
El
mismo papa Francisco apareció en la primera “ selfie papal” cuando un grupo de
jóvenes católicos se autorretrataron con él en agosto.
Seguro que los “selfie”
nos llevan a tal conocimiento de nosotros que logramos conocer cuales la mejor
forma de posar y de colocarnos para tomar de mejor manera nuestros atributos físicos
o nuestra mejor sonrisa, de tal manera tendríamos que llegar a conocernos interiormente,
los autorretratos pueden darnos la pauta como ahondar a lo profundo de nuestros
anhelos, conocerlos de tal modo que podamos sacar también la belleza interior
esa de la que finalmente nos enamoramos, de esa belleza que Dios puso en el corazón para
ser entregada sin limites.
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